A pesar de que en un principio este año no se presentaba bajo buenos auspicios, en el transcurso del mismo se presentaron algunas circunstancias inesperadas, incluyendo varios donativos importantes, que cambiaron radicalmente las perspectivas de vida de varios de nuestros beneficiarios.
Una de estas casualidades favorables fue que nuestra presidenta obtuvo de un taxista amputado de piernas la dirección de un técnico protesista excelente, que con su capacidad técnica y buena disposición acabó cambiándoles la vida a tres de nuestros recomendados. El primero fue José de Jesús, un trabajador que había sido asaltado y aventado frente al tren en la zona industrial de Toluca, perdiendo en este percance ambas piernas. Mientras tanto cuenta con ambas prótesis y se encuentra en rehabilitación el hospital de Tepexpan, feliz de poder desplazarse independientemente con la ayuda de una andadera.
La siguiente beneficiada fue Estefanía, una joven estudiante que desde que fue atropellada por un coche a la edad de dos años regularmente había tenido que vérselas con prótesis baratas nuevas mientras que ahora, ya siendo adulta, el técnico le adaptó una prótesis de rodilla óptima para una muchacha joven, según palabras del propio protesista Eric.
Pero eso no fue todo: Gracias a otra conocida casual de nosotros pudo entablar contacto con la fundación de uno de los principales bancos de México y ganar una de las becas que dicha fundación otorga a estudiantes talentosos con alguna discapacidad, recibiendo además una oferta de trabajo del mismo banco.
El tercer beneficiado fue Luis, quien vive en un pequeño pueblo del Edo. de Michoacán, donde había batallado desde hace muchos años con su prótesis vieja y desvencijada, la cual ahora le fue sustituida por un ejemplar nuevo, en perfecto estado.
Otro de los ganadores de este año fue Emilio, un niño de diez años de edad, sordo de nacimiento, que al serle adaptado un equipo auditivo tuvo por primera vez la experiencia – deslumbrante para él – de oír sonidos y voces. Mientras tanto asiste a una escuela especial y ya ha aprendido a hablar mucho mejor.
Pero fue Omar, nuestro protegido de tantos años, para quien 2022 fue un año de cambios y bene- ficios extraordinarios. Ya a principios del año, gracias a un donativo especial, pudo cambiar su vieja silla de ruedas, desvencijada tras 8 años de uso interrumpido, por otra nueva. Después de las dificultades de los años de pandemia, terminó exitosamente sus estudios de secundaria. Desde hace tiempo nosotras estábamos buscando afanosamente un oficio que le permitiera ganarse la vida en el futuro, sin que encontráramos algo adecuado para sus dedos deformados por la enfermedad. La solución surgió a partir de la fundación bancaria arriba mencionada, que le otorgó una beca parcial para cursar los tres años de la preparatoria. Actualmente no sólo lo vemos muy entusiasmado con sus estudios, sino desarrollando además, lo que siempre deseábamos, una creciente independencia en la solución de problemas de la vida cotidiana. A esto contribuyó en gran medida un curso de tres días para el manejo de sillas de rueda ligeras, que aparte del aspecto físico-técnico, le deparó por primera vez en su vida una convivencia de 72 horas con un grupo de personas que, igual que él, dependían para su movilidad de este elemento auxiliar. Como corolario feliz del curso, estuvo entre el grupo de participantes que recibieron en donación una de las sillas de ruedas ligeras con las que habían estado practicando. Desde hace algún tiempo, Omar ya toma el Metrobús (el único medio de transporte público apto para silla de ruedas) para ir a su fisioterapia y afortunadamente pudimos ganar el apoyo amistoso de Israel, quien durante muchos años había ayudado a uno de nuestros enfermos en Tepexpan, para que lo acompañe en muchos de sus intentos de moverse con mayor libertad.
Después de este informe especial sobre los grandes „ganadores“ del año pasado, nos queda por mencionar que no dejamos de apoyar a nuestros amigos con discapacidad del Hospital de Tepexpan, para los que hemos aportado algunos materiales como guantes y válvulas y mascarillas para los generadores de oxígeno, así como a las Sores Vicentinas y a la pequeña Judith afectada de parálisis cerebral. Ella ya cumplió 15 años y no solo necesitaba una nueva silla de ruedas especial, sino lamentablemente también tuvo que ser hospitalizada dos veces por pulmonía, infecciones urinarias y severas escaras. Tanto para su nueva silla de ruedas como para las medicinas y el material de curación especial que necesita, seguimos contando con la ayuda de la fiel donadora anónima en los Estados Unidos.
La silla de ruedas que le quedó chica a Judith se entregó al pequeño Andrés de Michoacán, que por severas quemaduras fue tratado en la CDMX y acogido por las hermanas Vicentinas que nos pusieron en contacto con él.
Gracias a la generosidad de nuestros donadoros también le pudimos entregar a Aquilino una nueva silla de ruedas eléctrica, que todavía requiere de algunas adaptaciones, ya que Aquilino sólo la puede poner en marcha mediante un interruptor de pedal.
Algunos pacientes del Hospital de Tepexpan y habitantes de pueblos retirados se beneficiaron de sillas de ruedas estándar reparadas por nuestro colaborador Enrique.
Para concluir, sólo nos queda agradecer de todo corazón a quienes, con sus donativos, nos per- miten mejorar un poco las condiciones de vida de este grupito de personas, a la vez que les deseamos a todos un año de salud, paz y felicidad