Durante el año pasado nuestras actividades inevitablemente se vieron constreñidas por las limitaciones de nuestros recursos tanto financieros como personales, reduciéndose básicamente a apoyos en el rubro de salud.
Como de costumbre, visitamos varias veces a nuestros amigos con discapacidad alojados en el hospital de Tepexpan, a donde llevamos colchones y cojines antiescaras, así como diversas medicinas, y nos ocupamos de la reparación de algunas sillas de ruedas. Afortunadamente, desde hace algún tiempo en Tepexpan en muchos aspectos contamos con el apoyo eficiente de nuestro estupendo colaborador voluntario, Don Enrique Vieyra y su esposa, Doña Juanita.
También a San Antonio de las Huertas se hicieron varios viajes. Allí todavía tratamos de apoyar al joven Omar (que mientras tanto ya es mayor de edad), aunque lamentablemente la falta de cooperación de la familia a menudo nos causa enorme frustración. Además de Omar y de algunas bordadoras mazahuas apoyamos a una mujer que ha perdido la vista a consecuencia de la diabetes y que gracias a un tratamiento especial, ahora percibe al menos una vagas sombras.
En la Sierra Tarahumara en el Estado de Chihuahua seguimos cooperando con las Hermanas Vicentinas en el proyecto de Corre Coyote. Para los meses de invierno, que allí suelen ser particularmente fríos, enviamos tela polar que las mujeres del lugar usaron para confeccionar ropa de abrigo para los niños. Por lo demás, apoyamos la compra de leche en polvo, así como de semillas, que durante el año pasado les permitieron recoger una buena cosecha.
En el sur del país seguimos apoyando un hospital de Juchitán, Chiapas, severamente afectado por los sismos de 2017.
Para una niña con quiste tirogloso aportamos una parte del costo de la cirugía. Además apoyamos a una pequeña con parálisis cerebral en la adquisición de diversos elementos que le permiten adquirir una mayor movilidad, y para un niño con discapacidad hemos encargado una silla de ruedas adecuada a sus necesidades, para la cual la familia sólo tendrá que desembolsar una parte mínima del costo.
Para uno de nuestros amigos adultos con discapacidad, mandamos construir una rampa que le permite subir con su silla de ruedas a la camioneta de su vecino y aprovechar así la buena disposición del vecino de ayudarle transportándolo.
Con especial alegría asistimos este año al acto de graduación como Licenciada en Enfermería de la estudiante que habíamos apoyado en los años pasados con un subsidio para la colegiatura y los gastos de transporte.